.

Pase lo que pase, mi corazón se va a morir de pájaro. Tal vez esa sea mi única victoria.

miércoles, 11 de abril de 2012

Espantapájaros.

Llegaba la noche y el espantapájaros cargaba en su silencio a cada pájaro , con suerte contaba con la compañía de la luna que le colocaba un par de estrellas en los ojos. El agradecía con la misma chueca sonrisa impaciente.  Aveces con piedad , el viento rozaba sus torpes y quietas manos que no sabían de caricias, solo podían ofrendar miedo, para eso estaban diseñadas.
Pero el espantapájaros quería un cielo en los ojos, quería extenderse por el aire y abarcar todas las alas,  codearse con las nubes, pintarse una esmeralda, abrigarse con el calor de un beso que lo vuelva inmune a este frío escandaloso que siempre lo anegaba y convertía sus lágrimas en barro. Más que nada en el mundo quería ser habitado.
Tenía el amor atravesado en la garganta y ni voz para cantarlo, necesitaba desesperadamente una boca, unos pies descalzos, un sueño que lo alejara de esa realidad que era la muerte. Cuando  llegaba el alba , el sol o la lluvia, el jolgorio de las aves alrededor le encendían la mirada y esa sonrisa deslucida . Entonces, por esos avatares indescifrables del tiempo y de la vida, con esa melancolía eterna de sus trapos sueltos mendigos de la luz, recordaba las estrellas en sus ojos y extrañaba la luna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario