I
Caigo, voy cayendo.
mi vida es un despeñadero
donde mi voz clama notas insolentes.
Este desarraigo que padezco
con su fatal encanto desprovisto de luna.
La voracidad del día me avería
y las horas de obscuridad inútiles
no me dejan ver ningún horizonte.
El fango me espera
y no habrá una mano que se ensucie lo suficiente
para salvarme.
II
Siempre andaba desnuda por ahí, pues le estorbaba la ropa en el alma. Sus piernas embarradas y un poco temblorosas comenzaban a caminar, ellas hacían el camino entre la maleza.
Al corazón lo llevaba en la mano, aún no sabía cual sería su lugar. Definitivamente el dolor había llenado cada hueco y no encontraba la esperanza, pero ella sabía muy bien que en la inercia jamás lo haría.Descubrió un par de plumas por allí y las sembró en su espalda y un rato antes que la extinguiera la noche se apresuró a abrazarla...
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