Péndulo magnífico y herido, vaivén descontrolado.
Urgencias devenidas en caricias y abrazos desgarrados.
Espíritu desnutrido de armonías, sordido espejo de la aurora
cubierto de penumbra, de fatiga y de insomnios.
Busca la luz, como al viento y el fuego,
solo descansa cuando llega a aquellas manos
que la demoran en sus repentinos huecos.
Y el cuerpo corroído,desintegrado
que solo puede soportar tal peso, hundiéndose en las sombras.

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