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Pase lo que pase, mi corazón se va a morir de pájaro. Tal vez esa sea mi única victoria.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Confesiones de verano III

Sí,  nunca me acostumbré del todo a vivir entre las piedras. Es por eso que cada ser sensible que se acerca me parece una gota de agua en este interminable desierto.
Nací un buen o mal día  para el resto del mundo, con los lápices de chupete. Ese siempre fue mi paraíso terrenal. De mi padre aprendí a cantar, él me puso las estrellas en los ojos y en el alma.
Los reyes me regalaron mi primer guitarra a los  ocho años, la que aún está conmigo y a la que considero una extensión de mí misma, la única porción perfecta. Pues a esa edad, muy pequeñita compuse mi primer tema. Jugando con las notas descubrí ese universo paralelo que me llenó de asombro . Corrí en aquel momento cargada de emoción a darle la gran noticia a mi madre, tomé la guitarra o ella me tomó a mí y las dos ensayamos juntas nuestra primer obra, obrita . El primer aplauso que recibí sonó directo en mi cara y por cierto sonó bastante fuerte, pero lo que verdaderamente me dolió fue la palabra " mentirosa" que vino inmediatamente detrás de él. Con mi infancia perpleja y frustrada aprendí unas cuantas lecciones: a no necesitar de los aplausos para vivir, a aceptar los golpes en vez de las caricias, a reconocer que definitivamente nací en el sitio equivocado. Gané  también algunas cosas: una timidez atroz que durante mucho tiempo me alejó de casi todas las personas, una buena dosis de pánico escénico contenido en mi apretada garganta y gané, gané una desmedida devoción por el arte en todas sus formas. Me pasé horas, días , noches, años ensimismada, concentrada en ese universo desplegado solo para mí. De vez en cuando llegaba a la biblioteca de una tía mía amante de la literatura, que con su sensibilidad me regaló un pasaje a la poesía y con ella el "viaje de mi vida".
Cada día lucho con aquel mismo mundo de mi niñez para sostener lo que soy con sangre y lágrimas. Aún puedo sentir que no hay nada más increíble y maravilloso que una hoja en blanco, que las notas que aún no sonaron juntas, que las frases y pensamientos que no se escribieron y que por alguna fantástica e incomprensible razón, me aguardan en algún lugar de este generoso  camino.

domingo, 19 de febrero de 2012

Escalofrío.





Cuando más al fondo llego del vaso, mejor comprendo esta soledad.
Sigo siendo esa mujer que no cabe en ningún molde, cualquier mundo se vuelve pequeño. Las condiciones me aprisionan; las etiquetas son balas disparadas hacia mis pulmones bebiéndose el oxígeno.
No necesito que nadie me contenga, ni me aquiete. Busco que vueles conmigo, que te arriesgues y te estrelles. Pero solo me quieres en la tierra porque mis alas te dan escalofrío . Yo nunca aprendí a vivir sin ellas.
Soy el todo que no cabe en ninguna boca, posándose en tus labios para devolverte el aire.
 — 

Poetas.




Nosotros los amantes de la luna, los verborrágicos inflamados descosiendo caracoles, enhebrando silencios, batiendo alas, bebiéndonos el horizonte por un beso.
Nosotros los incurables, ciegos, intransigentes, dolidos, miserables ,enamorados de los misterios, enredándonos en las redes del amor sin poder salir ilesos.









Y si no escribo ¿cómo amo?, ¿cómo respiro?, ¿ cómo me trepo a los techos a saber mis abismos?¿ cómo me vuelvo cigarra acariciando su nombre? ¿ Cómo me vuelvo cielo en sus ojos? 
¿ Cómo se vuelve cielo en los míos?


¿Y quién dijo que un alma debe repartirse? ¿ quién dijo que la luna, el sol, el mar nos pertenecen? ¿ quién dijo que el cielo y los truenos? ¿ los ríos, los sueños? ¿quién dijo? si tu cabello es del viento y tus manos del aire y tu amor, tu amor es solo de lo eterno.

Escalofrío II



Este escalofrío me tomó con ventaja , me secó la risa y me ardió en la mirada. Fue el viento helado en la cara, descomunal , inmenso, que me robaba el aire de tan intenso , que me caló los huesos y me escribió su nombre en la espalda y me hirió el amor, así de un solo disparo mientras cada uno de mis sueños se desplomaba.
 





Alma.

Péndulo magnífico y  herido, vaivén descontrolado. 
Urgencias devenidas en caricias y abrazos desgarrados.
Espíritu desnutrido de armonías, sordido espejo de la aurora
cubierto de penumbra, de fatiga y de insomnios.
Busca la luz, como al viento y el fuego,
solo descansa cuando llega a aquellas manos
que la demoran en sus  repentinos huecos.
Y el cuerpo corroído,desintegrado
que solo puede soportar tal peso, hundiéndose en las sombras.