El cielo se hacía polvo en mis manos. Veía como se descascaraban mis ojos, mientras la lluvia subía desde las grises aceras olvidadas, yo iba perdiendo la fe...junto a los charcos escupiéndome la cara.
Ya nadie me podría ver, rompía mi cuerpo hasta el hartazgo para que todos lo olvidaran y tanta ceguera me apretaba el pecho como a un viejo bandoneón sin aire. Cada recuerdo me gritaba que no fue! Y ya no era el amor inflamándose en mi alma , ni mis manos, ni mis alas, ni mis pies....ni este rostro quebrantado , desnutrido, barriga llena de sueños ¡para qué!... Desperté.
Y aquí quedé pobre melodía inconclusa, a medio morir y a medio renacer.

No hay comentarios:
Publicar un comentario