En el silencio está mi madre
y sus pasos cada vez más suaves,
meciendo entre hojas alumbradas
la blancura de sus años,
lo hermoso de su antiguo rostro,
la gravedad de este que me mira desde todo.
Aquí en el sillón,
donde tantas veces mis manos
acariciaban su frente de loba
hasta volverla una niña indefensa.
Mi madre de rosa y espina,
el vértigo de estos días feroces,
la impotencia de mis ojos
sus labios inmóviles.
En el silencio está mi madre
y todo lo que no gritó.
Poema de hoy. Dani Ríos Tomé